Un gremio para cada día del año, pero solo una casa gremial en Barcelona que puedes visitar, y esta es la Casa de la Seda o la Casa dels Velers de Barcelona.

Para la exposición de 1929, el dibujante Joan Vila i Pou, conocido con el pseudónimo de Ivori (Barcelona 1890-1947), hizo el árbol de los gremios como si fuera un árbol genealógico, donde se ven un gran número de oficios incluidos los sederos o los tintoreros de seda, imagen de este último que os mostramos. En la casa de la Seda tenemos una reproducción del mismo en la entrada.

La Casa de la Seda - VISITAS GUIADAS CENTROS EDUCATIVOS
Imagen de los gremios de Joan Pou

El tintorero de seda daba tinte a los tejidos de seda, y también a los tejidos, de hilo y algodón. Los tintoreros de seda de Barcelona se regían por sucesivas ordenaciones (1669, 1739), en algún caso muy influenciadas por las existentes en Valencia. Otros gremios de tintoreros de seda se formaron en Requena (1732) y en Reus (1777), este último integrado dentro del arte mayor de la seda. En otras poblaciones los tintoreros de la lana y los de seda se reunían en una única corporación – como en Manresa, (1767)— con una fuerte marca sedera. Los tintoreros de seda tuvieron su mejor momento corporativo en el siglo XVIII.

El oficio de tintorero

El oficio de tintorero, en general, se desarrolló en toda Europa como una actividad gremial que después pasaría a ser una pequeña o mediana industria. Hoy en día aún podemos ver estos tintoreros de seda en la Índia con explotaciones familiares o perteneciendo a una comunidad pequeña.

De hecho los tintoreros no eran de los gremios más bien vistos, al contrario, a veces se los tenía como un oficio diabólico, capaz de cambiar el color original de las piezas y jugar con los colores de la propia naturaleza. En muchos lugares era más bien un trabajo de mujeres y a veces había litigios por ensuciar el agua de los ríos. En algunos países como Alemania o Italia, los tintoreros tenían sólo derecho a usar unos colores determinados y unas materias primas muy concretas para los colores que podían tratar.


Mercè Mill